La corrupción nos afecta a todos. Los recursos de una sociedad son utilizados indebidamente y son asignados en forma inequitativa. Debilita la democracia y la confianza en los líderes. Erosiona la ética y la moral. Inhibe la inversión pública y privada.
El Banco Mundial ha estimado que se pierden anualmente, a nivel mundial, un trillón de dólares en concepto de sobornos. Esto supera ampliamente la asistencia financiera global a los países en desarrollo que ascendió a 146 billones de dólares en el 2016.
El costo de la corrupción en África se estima en 148 billones de dólares anuales equivalentes al 25% del producto bruto del continente africano y aproximadamente 300% de la asistencia financiera global que recibe anualmente dicho continente.
Dos tercios de los países encuestados en todo el mundo tienen calificaciones por debajo de 50 (de un total de 100) en el índice de percepción de la corrupción de Transparencia Internacional.
De mayor importancia, la corrupción es especialmente devastadora para los más pobres y es considerada por el Banco Mundial como “el mayor obstáculo para reducir la pobreza”. Estudios empíricos demuestran que la gente pobre paga porcentajes mayores de sus ingresos en sobornos que los más pudientes y asimismo son discriminados en el acceso a los servicios públicos. Recursos que deberían beneficiar a los pobres, incluyendo aquellos provenientes de agencias internacionales, son desviados para enriquecer elites corruptas. Como afirma Transparencia Internacional, “Los pobres, sea que residan en países en desarrollo o desarrollados, son los más castigados por la corrupción. Asimismo son los más pesimistas con respecto a que se reduzca la corrupción en el futuro.”
Una líder de la ONG Tearfund dice: “Sabemos por nuestro trabajo en África, Asia y Latinoamérica que los más pobres y los más vulnerables son los que sufren más a causa de los sobornos”
La corrupción socava los esfuerzos de la iglesia en trabajo social. En las últimas décadas, la iglesia global ha aumentado el alcance y ámbito de su actividad misionera para asistir a comunidades pobres a través de la educación, salud, agricultura, micro-financiamiento y otros programas de alivio de pobreza. Estos esfuerzos, sin embargo, han sido impactados adversamente por las prácticas corruptas que son endémicas y generalizadas en las comunidades respectivas. Estas prácticas incluyen la corrupción financiera, como el soborno y la malversación de fondos, como la no financiera, como el uso y asignación de oportunidades y recursos no por mérito sino por nepotismo y favoritismo.